Información facilitada por Jorge Saz, Chony Martín y Agustin Martín.
Tendríamos que remontarnos a siglos pasados para poder interpretar con acierto el significado de estos monumentos que con tanto rigor religioso se erigieron en nuestro pueblo.
No faltan estudios en otros municipios, tanto próximos como alejados, de este tipo de construcción. Casi todos nos llevan a una serie de conclusiones que, aunque podernos aplicarlas a nuestra localidad, dejarían esta exposición un poco fría y un tanto vacía.
Así pues, mi propósito es, en un principio, partir de unas generalidades que nos puedan ilustrar en cuanto al tema d e los peirones, para luego pasar a dar curso a la imaginación y aportar, desde mi humilde pensamiento, algunas deducciones que pueden ser muy bien discutidas e incluso pueden dar pie a personas más puestas en la historia de costumbres y tradiciones de nuestra localidad con el consiguiente enriquecimiento de nuestro bagaje cultural próximo
Los peirones no sólo están en Lechago o Navarrete o Luco, por nombrar algunas localidades, sino que los tenemos por todos los municipios de nuestra provincia y, aún más, de toda nuestra región y, si querernos ser un poco más ambiciosos, por toda nuestra geografía, aunque vayan cambiando de forma, estructura y finalidad.
Nuestros peirones tienen una estructura que se repite en todos y cada uno de ellos: contactan con el suelo por medio de un pie o basa que en la mayoría de los casos está formado por una o varías piedras. A continuación, y elevándose con gallardía, un pilar o cuerpo que o bien está construido con piedras sujetas con argamasa o con ladrillos revocados con yeso (material que abundante en la zona). Al final del cuerpo suelen tener un saliente, generalmente de ladrillo, sobre el que se apoya la cabecera en la que, a modo de pequeña capilla, se hace un sitio para recoger al santo o Virgen al cual va dedicado el peirón. Esta hornacina solía estar protegida por un cristal y una malla metálica (hay restos de ello en algunos). El Peirón termina con un tejado y una cruz sobre él.
Hemos de pensar que, si en muchos lugares en los que construyeron peirones, lo hicieron con el fin de bendecir desde ellos el término y de que los santos advocados fueran testigos de este rito, ¿por qué no había de ser así en Lechago? Yo personalmente creo que no. La razón que quiero esgrimir, y que la he visto apoyada por algunos habitantes de los más veteranos del pueblo, es que tenernos un hermoso monte próximo al municipio desde el que se puede divisar, si no todo, gran parte del término y que hay un día destinado para hacer la bendición desde allí.
No nos queda más remedio que ir pensando en otras finalidades de estas construcciones como pueden ser la celebración de ceremonias o rogativas. No he conseguido recabar mucha información al respecto y, salvo el peirón de EL CRISTO, al que se baja en procesión el Viernes Santo por la mañana, y al de la VIRGEN DEL PILAR, que se le hace una hoguera purificadora la víspera de su festividad, de los otros no tengo noticias de celebraciones. (Queda abierto el tema para quienes puedan aportar datos).
Por la situación tan estratégica de los peirones, en Lechago es muy difícil resistirse a pensar que fueron unas construcciones preparadas a recibir al visitante, que tanto de Calamocha, Navarrete, Luco o Cuencabuena se dirigían a nuestro pueblo, o que cuando un vecino se disponía a viajar a un pueblo de los alrededores, o simplemente a salir de los limites de la población, se iba encomendado a cualquier parte.
La verdad es que cualquier transeúnte perdido, en el momento de ver uno de estos monumentos, se le tenía que alegrar el corazón. La señal era clara: el pueblo estaba cerca.
En la actualidad quedan en pie los siguientes peirones: Peirón de los DOLORES, situado en la carretera que comunica con Cuencabuena; Peirón de el CRISTO, en la que comunica con Luco de Jiloca; Peirón de las ALMICAS al lado del camino de Calamocha por el puerto; peirón de la VIRGEN DEL PILAR, en la plaza que lleva su nombre. Hay algunos en la subida al cementerio, pero éstos son posteriores y se construyeron con el fin de hacer el Vía Crucis.
Todos ellos están muy deteriorados (excepto el recientemente restaurado por la Asociación Amigos de Lechago, el Peirón de la Virgen del Pilar) por el paso del tiempo, por la despreocupación y el abandono, …
Hasta hace poco tiempo existía otro en el que se advocaba a SANTA BÁRBARA y que estaba ubicado al lado de la carretera que va hacia Navarrete del Río.
Un día cayó y desapareceron con él un montón de historias. ¿Permitiremos que corran la misma suerte los que están resistiendo heroicamente?
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